jueves, 21 de junio de 2007

Kitsch, un oasis musical en Vitoria

El Kitsch es uno de los pocos lugares de Vitoria donde puedes escuchar música diferente.

Esto es la Cuchi. Y la marca Cuchi te ofrece zuritos y rock euskaldun. Hay algo de bailoteo en el 7, un rollo más comercial en el Botxo, puede que se cuele Melendi en el Txapeldun, pero son las zonas fronterizas de un territorio donde reina el poteo rockero. La única calle de Vitoria donde todavía se puede escuchar el primer disco de Hertzainak o el triki-rock de los noventa liderado por Lin Ton Taun. Aquí el palestino ha resistido a los revolcones que para la moda alternativa han supuesto la impostada y desaliñada estética grunge, la invasión de las botas martins o los cada vez menos espontáneos revivals punks. En fin. Qué esto es la Cuchi. Lo tomas las dejas. Si te gusta estupendo. Y si no también. Pero en el corazón de esta calle ha surgido una alternativa a lo alternativo: el Kitsch. Un bar que ha preferido abstraerse de la inevitable alternancia bi-musical que vive buena parte de la noche vitoriana: los bisbales de turno por un lado y el hard-rock-poteo-metalero por otro. El Kitsch ha optado –como otros lo han hecho con anterioridad (Tabernaberri, Estitxu o Nuevo) por la tercera vía.

En el Kitsch manda el pop independiente en su significado más amplio. La lista es larga. Jarvis, Madee, Los Planetas, Radiohead, Standstill, Franz Ferdinand, Explosions in the Sy, The Arcade Fire, Arctic Monkeys o Sr. Chinarro, entre otros. El resultado es un bar tomado por una fauna diversa que tiene en común su pasión por la música diferente. El Kitsch guarda además algunas perlas sorprendentes. Por ejemplo, un viernes cualquiera abres la puerta del pub y ves a un grupo tocando una música alucinante en directo y resulta que son 12twelve, uno de los grupos revelación del pasado año. O te estás tomando una cerveza y suenan unos acordes inspirados en Belle & Sebastián y son una banda de Zaragoza que se llaman Big City y que se comen el escenario.

Javi y Edurne son los dueños. Te reciben siempre con una sonrisa de bienvenida y un discurso efusivo sobre una banda de última hornada que acaban de descubrir. Sólo ellos podrían estar detrás de esta aventura. A Edurne la echaron del curro por ir a un concierto de los Jayhawks en el Azkena Rock Festival. Javi montó en su día una discográfica modesta en Zaragoza. Edurne es más popera y Javi emo-experimental o como se diga. Abrieron en agosto de 2005 y su influencia se ha filtrado en otros bares de la zona. Y el Kitsch sigue creciendo. Ahora quieren montar un festival indie en la ciudad. Ah por cierto, ofrecen más de veinte cervezas artesanales belgas.

1 comentario:

despachopop dijo...

Ojalá hubiera más gente con la sensibilidad de Edurne y Javi.